Cinco novelas de terror, escritas por mujeres, salen a la luz

Por. Redacción

Las obras surgen del laboratorionovela, inspirado en el proyecto que Lord Byron y un grupo de amigos desarrollaron en la Villa Diodati, a orillas del lago Ginebra, en 1816.

Es el resultado de 5 procesos creativos, desarrollados en un mismo espacio y tiempo, que llevan a reflexionar: “en qué momento le permitimos a la modernidad lograr que el mundo dejara de ser un lugar embrujado para ser, tan solo, un lugar violento”.

Sinopsis de las novelas

El paisaje del ciego, de Roslyn Ison

Hay momentos en que el pasado se fusiona con el presente. Para Leonardo, ese instante ha llegado. Su terrible pasado vuelve para desordenarle la vida cuando Beto, su amigo de la adolescencia, regresa con la advertencia de que contará el secreto que ambos han mantenido oculto por años. Al mismo tiempo se desencadenan en el contexto de Leonardo algunas situaciones que ponen en entredicho su cordura: la borrosidad paulatina de su visión, la aparición de un halo azul en la luna y unas pinturas que parecen traer consigo mensajes fatales de demonios y malos agüeros.

¿Qué le deparará la tercera y última pintura de la serie titulada “Mis demonios”? ¿De qué forma logrará desasirse del fantasma de la culpa que ha llegado a exigir justicia?

El mar no devuelve a sus muertos, de Linda Báez Lacayo

Emma ha llevado una vida dominada por el terror, no el que surge de lo sobrenatural o de lo desconocido, sino el que es provocado por la debilidad ante el abuso y las fobias. Emma ha sido sometida desde niña por quien la debe proteger.  La tensión de la historia lleva a los personajes a entrar en un juego macabro que definirá el sorprendente final. Linda Báez Lacayo, con un estilo puntilloso, lleva al lector a escudriñar los miedos de la protagonista hasta descubrir los grotescos acontecimientos que marcarán su vida. Es una novela perturbadora y reflexiva que no deja a nadie indiferente.

Flor de sal, de Alexandra Campos Hanón

Xochilcan, un pueblo dominado por la superstición y el miedo es testigo del surgimiento de un monstruo: Ix Chel, la niña blanca. Ella traerá la desgracia a quienes vivieron y más tarde murieron en aquella región minera. Esta es la historia de un desierto donde las flores son de sal y los malos augurios, son albinos.

En esta novela el autor intercala distintas voces que acompañan al lector, y van completando la historia mientras siguen el relato y juzgan la forma en que se narran los acontecimientos. Con planos temporales imprecisos, nos presenta leyendas, acciones y sucesos en un tono misterioso y un ambiente fantasmal.

Un estilo que nos remite a las interveciones teatrales, las narraciones orales y la lectura conjunta.

La caza de la ballena azul. El Juego Suicida, de Teresa Piazza

Muchos adolescentes a nivel mundial se han enganchado en el reto de “La Ballena Azul”. Los 50 desafíos que plantea este juego virtual se basan en una cadena de violencia física y emocional que gratifica con un apasionante sentido de transgresión. Los participantes no son en su mayoría hijos maltratados que no saben discernir el bien del mal, sino jóvenes que han perdido el sentido de la vida ante un porvenir sin motivaciones.

El juego está diseñado para crear la fatal dependencia del jugador con su curador, quien puede suplantar el rol de un padre, y ejercer presión mientras guía, dialoga, e incluso amenaza a la víctima.

El creador del juego, Budeikin, expresó que quiso limpiar la mediocridad del mundo, para evitar la suciedad y la proliferación de más gentuza, que no aportará nada nuevo ni nada bueno a nuestra humanidad.  Su método es utilizar el morbo, la ignorancia, la excitación y la necesidad de atención de los jugadores, o su falta de sentido de vida, para desafiar lo prohibido por medio de la manipulación mental. El juego gratifica con un apasionante ensayo de transgresión, representado por la superación de los retos y por la “libre” decisión de violentarse el cuerpo y el alma.

Algunos jóvenes se refugian en el fundamentalismo religioso o político, en el Internet y en las redes sociales, o en las drogas.  Simples calmantes que en poco tiempo serán insuficientes y los devolverán a una realidad cada vez más cruda, más brutal. En ese caso el suicidio parece una buena salida.

Berenice, de Laura Echevarría Román

Fernanda, escritora y madre de familia, ve morir a su hija de seis años. Después de un prolongado periodo depresivo, en el que descuidó a sus otros dos hijos y a su marido, decide retomar la escritura como una herramienta para vencer el duelo. La novela que escribe Fernanda se entremezcla poco a poco con la realidad, y conforme avanza en la escritura de los capítulos, una pequeña niña –que aparece a voluntad tanto en las páginas que escribe Fernanda como en la vida diaria- se va adueñando silenciosamente de ambas historias. Si bien la presencia de Berenice es benévola en la ficción, en la vida real resulta peligrosa.

Laura Echevarría explora, en esta su primera novela, los intrincados caminos tanto del dolor como de la culpa.

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